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Historiografía Marxista Desde Materialismo Histórico

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42.

Anatomía interactiva del sistema
locomotor, vol. I
Begoña Torres Gallardo
43. Anatomía interactiva del sistema
locomotor, vol. II
Begoña Torres Gallardo
44. Llengua i identitat
Àngels Massip (coord.)
45. Introductory Semantics and Pragmatics
for Spanish Learners of English
Brian Mott
46. Manual de ortodoncia
Josep Maria Ustrell Torrent (coord.)
47. Sistemas jurídicos comparados.
Lecciones y materiales
Gianmaria Ajani, Miriam Anderson,
Esther Arroyo Amayuelas, Barbara Pasa
48. Un primer curs d’estadística
Olga Julià, David Márquez-Carreras
49. English Phonetics and Phonology
for Spanish Speakers
Brian Mott
50. La persecución como crimen contra
la humanidad
Rosa Ana Alija Fernández
51. Semantics and Translation
for Spanish Learners of English
Brian Mott
52. Anatomía patológica general
Jaume Ordi (coord.)
Los embates del mundo actual no pueden explicarse sin el estudio
de la historia y la historiografía. La presente obra hace compren-
sible la práctica historiográfica del siglo XX y las tendencias que se
atisban a principios del XXI , analizando las principales corrientes
que se han sucedido (desde la escuela de los Annales hasta la Alltags-
geschichte y la historia medioambiental) y relacionándolas con los
futuros que esperaban quienes escribieron sobre el pasado. Asi-
mismo aborda el estudio de las representaciones del pasado que
configuran la cultura popular, la vida cívica y el discurso polí-
tico, desarrollado en un capítulo dedicado a la cultura histórica
y a la memoria en la actualidad. Por su ambición intelectual y
calidad expositiva, Las huellas del futuro constituye una obra de re-
ferencia para la historiografía que, sin duda alguna, apasionará a
todos aquellos que se interesan por el devenir de la humanidad.
Las huellas
del futuro
Historiografía y cultura
histórica en el siglo xx
Fernando Sánchez Marcos
Universitat, 53
Universitat
53
www.publicacions.ub.edu
La colección «Universitat» reúne las
aportaciones de carácter científico y di -
dáctico propias del ámbito de la in-
vestigación en las distintas disciplinas
universitarias. Su objetivo es respon-
der no solo a las necesidades acadé-
micas del lector especializado, sino
también a las del público en general
que se interesa por las diversas ramas
del conocimiento.
Fernando Sánchez Marcos es catedrá-
tico de historia moderna de la Univer-
sidad de Barcelona y codirector del más-
ter en Historia y comunicación cultural.
Autor de ensayos de éxito como Invi-
tación a la historia. La historiografía, de
Heródoto a Voltaire, a través de sus tex-
tos (2002, 3.
a
ed.) y coautor de Historia
de la historiografía española (2003, 2.
a

ed.), ha llevado a cabo, además, la edi-
ción científica de la obra de Georg G.
Iggers La ciencia histórica en el siglo xx
(1998, 2.
a
ed.). En 2009 creó un portal
web sobre historia de la historiografía,
teoría de la historia y cultura histórica
(www.culturahistorica.es).
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Format: 172 x 240 mm | Llom: 14 mm | Solapes: 100 mm
9 78 8447 5 35 9 27
ISBN 978-84-475-3592-7
CobertaLashuellasdelfuturo2.indd 1 19/07/12 13:33
Índice
Presentación ........................................................................................................ 11
Introducción ....................................................................................................... 17
1. Las claves del modelo historiográfico dominante a principios del siglo XX .. 37
2. La renovación historiográfica en torno a la revista «Annales»: sus claves,
su influencia y sus ambigüedades .................................................................. 47
3. Las propuestas y el contexto de la historia, como ciencia social,
en Alemania y Norteamérica ........................................................................... 67
4. La evolución y diversificación de la historiografía marxista desde
el materialismo histórico hasta la antropología crítica .................................. 79
5. El retorno de la narrativa y de los acontecimientos y el cuestionamiento
de la historia socioestructural. ¿Hacia qué narrativa se encamina la nueva
historia? ............................................................................................................ 91
6. Nuevos enfoques de la historia en pos del sujeto: la historia de la vivencia
cotidiana, la microhistoria y la historia antropológica ................................... 99
7. Otra visión de la historia: historia de las mujeres, historia feminista
y problemática del género ............................................................................... 111
8. Los desafíos del posmodernismo y el giro lingüístico ................................... 123
9. Introducción a la historia medioambiental .................................................... 143
10. Globalización y cambio de perspectiva historiográfica .................................. 153
11. Cultura histórica y memoria en el mundo actual ........................................... 177
Epílogo .................................................................................................................. 203
Bibliografía .......................................................................................................... 207
Índice onomástico .............................................................................................. 223
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4 La evolución y diversificación
de la historiografía marxista desde
el materialismo histórico
hasta la antropología crítica
4.1. Introducción
Hasta ahora he tratado de la renovación y ampliación del concepto de historia
que propugnaron, frente al modelo básico tradicional, dos corrientes o ten-
dencias bastante afnes. Una de ellas, la Escuela de Annales, es designada por su
revista emblemática. La otra toma su nombre más bien por la ciencia del pre-
sente —la sociología— a la que los adalides de la corriente conceden especial
importancia como fuente de teorización. Al abordar ahora la historiografía
marxista me refero a una corriente —la cual se ha plasmado en orientaciones
sensiblemente diferentes como veremos— que toma su nombre de Karl Marx,
un pensador alemán del siglo xix cuyas teorías científco-sociales y utopías re-
volucionarias dejaron una profunda huella en el siglo xx.
:
Un corto siglo, mag-
nífco y atroz, acotado quizá por dos hitos: :,:;, inicio de la Revolución sovié-
tica liderada por un marxista ruso (Lenin), y :,,:, cuando se desintegra la
Unión Soviética, el coloso político cuya ideología ofcial era cierta interpreta-
ción (más o menos genuina o espuria) del marxismo.
:

Una de las especifcidades del marxismo, frente a otras teorías sociales, es
su estrecha vinculación a un colosal proyecto político para reemplazar y supe-
rar al capitalismo. Proyecto que muchos identifcaron con el comunismo. Por
: Edgar Morin ha escrito al respecto: «Le génie de Marx est d’avoir voulu, dans ce qu’il appelait
praxis, associer, entre-féconder, entre-déchirer la philosophie, la science et l’action. Cette association
dialectique c’est si audacieuse, si instable que le marxisme tend naturellement à se décomposer, soit en
philosophisme, soit en scientisme, soit pragmatisme. Et dans le pire des cas, à ne conserver en lui, d’une
façon hétérogène et incohérente, que les formes les plus dégradées de philosophisme (système clos,
abstrait et dogmatique), du scientisme (matérialisme réifcateur), du pragmatisme (l’action du parti,
critère de toute vérité)». Morin, E.: Pour et contre Marx. París, Temps Présent, :c:c, p. :;.
: Según Pierre Vilar, la defnición de «las clases» más válida teóricamente es, sin lugar a dudas, la
de Lenin: «Llamamos clases a grandes grupos de hombres que se diferencian por el lugar que ocupan en
un sistema históricamente defnido de producción social, por su relación (fjada y consagrada por las
leyes, en la mayoría de los casos) con los medios de producción, por su función en la organización social
del trabajo, por lo tanto, por los modos de obtención y la importancia de la parte de que disponen. Las
clases son grupos de hombres, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo del otro gracias al distinto
lugar que ocupa en una estructura determinada: la economía social». Cfr. Vilar, P.: Iniciación al voca-
bulario del análisis histórico. Barcelona, Crítica, :,ïc, p. ::,.
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LAS HUELLAS DEL FUTURO 80
ello, no tiene sentido hoy prescindir, en el debate historiográfco, del enorme
impacto que tuvo, también en el clima intelectual de Occidente, el súbito
desmoronamiento entre :,ï, y :,,: del «socialismo real» en los países vincu-
lados a la antigua Unión Soviética. Para constatarlo basta, por ejemplo, leer
las intervenciones de los participantes en la mesa redonda sobre «Marxismo e
Historia» celebrada en el I Congreso Historia a Debate, celebrado en Santia-
go de Compostela en :,,,.
,
También son reveladoras las afrmaciones de Julio
Aróstegui en :,,, de que el «abandono de las posiciones marxistas y la in-
fuencia polivalente del análisis del lenguaje son los dos movimientos cuya
infuencia sobre el futuro de la historiografía podemos ver de forma menos
confusa».
¡

Con todo, sería asimismo distorsionador exponer la importancia y evolu-
ción de las diferentes aproximaciones a la historia inspiradas en el marxismo,
tomando como única lente de lectura la crisis que ha vivido ese paradigma
historiográfco —condensación, en cierto sentido, de las esperanzas y frustra-
ciones de la modernidad— en los últimos años. Es cierto que como Ersatz
(sucedáneo) de la religión y como Weltanschauung (visión omnicomprensiva
de la realidad, de la sociedad y de la historia), el marxismo ha perdido hoy casi
toda su relevancia. Pero no debe desconocerse la gran infuencia y las aporta-
ciones que las diferentes interpretaciones del marxismo han realizado a la teo-
ría y a la práctica historiográfca a largo del siglo. (Las dos tendencias historio-
gráfcas que a las que nos hemos ocupado en capítulos anteriores no serían
totalmente comprensibles sin tener en cuenta la infuencia del pensamiento
marxiano.) Las interpretaciones del marxismo son tan diferentes entre sí que
llevan a cuestionarse si no es mejor hablar hoy de marxismos que de marxis-
mo.
,
Dar una idea de la importancia, evolución y heterogeneidad de esas apor-
taciones es lo que me propongo a continuación.
Existen importantes confuencias entre la concepción de la historia deriva-
da de la tradición marxista y las de las corrientes renovadoras historiográfcas
, Están publicadas en «Marxismo e historia en los años ,c», en Barros, Carlos (ed.): Historia a
Debate, t. : «Pasado y futuro». Santiago de Compostela, :,,,, pp. o,-,:.
¡ Aróstegui, Julio: La investigación histórica: Teoría y método. Barcelona, Crítica, :,,,, p. :,¡.
También es muy revelador en ese sentido que en una breve y valiosa Introduction à l’historiographie, de
P. Poirrier (París, :cc,) ni «Marx» ni «marxisme» fguren en el índice de contenidos; algo impensable
hace veinticinco años en Francia y (casi) ahora en España.
, La opinión de que hablar de marxismo en general «implica una posición cómoda pero carente
de base real» fue expuesta por Bolívar Echevarría en el citado I Congreso Historia a Debate, p. ;:. Aun
sin llegar a ese extremo, la enorme diversidad e importante heterogeneidad de Las principales corrientes
del marxismo se podía ya constatar desde años atrás en la obra homónima de Leszek Kolakowski (, vols.,
Madrid, Alianza): :, Los fundadores, :,ïc; :, La edad de oro, :,ï:; ,, La crisis, :,ï, (ed. orig. :,;o-:,;ï).
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LA EVOLUCIÓN Y DIVERSIFICACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA... 81
ya expuestas: la de Annales y la Escuela de Bielefeld. Las tres consideran la
historia una ciencia social que debe basarse en una teorización y en una lógica
de investigación común, en buena parte, a las ciencias naturales. Como las
otras dos, la tradición marxista rechaza la separación, propuesta por el histori-
cismo, entre el método hermenéutico (que sería el propio de las ciencias hu-
manas) y el analítico (como el adecuado a las ciencias naturales).
El marxismo tiene en común con las corrientes sociohistóricas francesa,
alemana y anglosajona antes explicadas, la idea matriz de que las formaciones
sociales tienen una lógica evolutiva y de progreso, a través de diferentes esta-
dios, que es posible discernir; hay que apuntar, sin embargo, que la idea de
progreso es menos acentuada en Weber. El marxismo y la Escuela de Bielefeld
rechazan de manera aún más clara que los Annales la concepción de la historia
como una ciencia neutral y sostienen que la historia debe estar al servicio de la
crítica social: debe servir para la emancipación, para superar la alienación y
la reifcación del hombre.
Por último, pero no menos importante, el marxismo, al igual que otras
corrientes de la ciencia sociohistórica, se ha visto obligado a revisar desde me-
diados del decenio de :,;c y, sobre todo, en el decenio de :,ïc, su aproxi-
mación macrohistórica y estructuralista para dar respuesta a la creciente de-
manda de una historia más existencial y cercana a las experiencias vividas por
los sujetos.
o

4.2. La ambigua tradición marxista hasta comienzos
del siglo xx y sus complejas claves
Para entender la heterogeneidad de teorías y prácticas historiográfcas que han
reclamado ser marxistas desde la Segunda Guerra Mundial, conviene referirse
a algunas contradicciones o fuertes tensiones internas en las propias obras de
Marx (y Engels). En primer lugar, las obras de Marx (especialmente del Marx
maduro) y, más aún, las de su colaborador Engels tienen una clave cientifcis-
ta, naturalista, objetivista, dialéctica y cuasi determinista que impregna su con-
sideración de la historia humana. Esta queda así en buena parte predetermina-
da por unas leyes generales —asunción de la dialéctica hegeliana— que
conducen, de forma relativamente mecanicista, a estadios superiores de desa-
rrollo hasta el socialismo. En el análisis de las formaciones sociales los condi-
o Retomo y modulo personalmente aquí algunas ideas y expresiones de Georg Iggers en La ciencia
histórica en el siglo xx. Barcelona, Labor, pp. ;: y ss.
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LAS HUELLAS DEL FUTURO 82
cionamientos socioeconómicos (la infraestructura) tiene un papel decisivo
para el marxismo. Si hubiera que escoger un texto para exponer esta visión
global, evolutiva, de hegemonía de la infraestructura y, en parte, determinista,
quizá el más adecuado sería el tantas veces citado fragmento de la introducción
a la Contribución a la crítica de la economía política de Marx de :ï,,:
En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones deter-
minadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de produc-
ción corresponden a un grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica
de la sociedad, la base real sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y
política y a la cual corresponden formas de conciencia social determinadas. El
modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social,
política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que deter-
mina su ser; por el contrario, su ser social es el que determina su conciencia.
;
Esta clave flosófco-histórica, un tanto reduccionista y determinista, podría
interpretarse en cierto modo como una predeterminación de los resultados de
la investigación histórica. En estos resultados se debía encontrar la verifcación
de este esquema general. Sin embargo, hay otra clave en el marxismo difícil-
mente conciliable con la anterior: es la perspectiva sociocrítica, ética, en pos de
una sociedad más justa, según la cual se rechaza el objetivismo como positivis-
mo. Es una concepción que apuesta también por una aproximación problema-
tizadora e interdisciplinar a las realidades sociales. Esta perspectiva problemati-
zadora supone una importante contribución al conocimiento de las realidades
históricas y al progreso social, por sus hipótesis conceptualizadoras (por ejem-
plo en torno a la clase y a la lucha de clases) y por su compromiso con los
menos favorecidos.
Las ambigüedades, si no contradicciones internas, latentes en el pensa-
miento de Marx se tradujeron en lecturas muy diferentes de su propuesta teó-
rico-historiográfca. Ya desde comienzos del siglo pasado encontramos, por
ejemplo, unas acusadas diferencias entre la interpretación más científco-natu-
ralista y objetivista del austro-marxista Karl Kautsky, secretario de Engels, y la
concepción del marxismo del político e historiador francés Jean Jaurès. Este,
; El texto completo puede encontrarse en las numerosas ediciones de la obra de Marx. Este frag-
mento procede de Fontana, Josep: Historia. Análisis del pasado y proyecto social. Barcelona, Crítica,
:,ïc, pp. :¡,-:¡o. J. Fontana ha sido uno de los mejores conocedores (y apologistas) del marxismo y de
su incidencia en la historia.
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LA EVOLUCIÓN Y DIVERSIFICACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA... 83
autor de una Historia socialista de la Revolución Francesa (:,c:-:,c,), muerto
trágicamente en vísperas de la Primera Guerra Mundial, acentuaba en el socia-
lismo ante todo su dimensión de aspiración a la justicia y se declaraba también
discípulo de Michelet.
4.3. La dogmatización del marxismo en los países
del socialismo real
En octubre-noviembre de :,:; tiene lugar en Rusia el triunfo de la Revolución
bolchevique, es decir, de la Revolución en la versión propugnada por la frac-
ción comunista dirigida por Lenin.
ï
Tras este triunfo, el marxismo-leninismo
se convierte en ideología ofcial del nuevo Estado soviético. Y la dogmatización
y simplifcación del marxismo se incrementará durante la época estalinista, ya
que Stalin (:ï;,-:,,,) tuvo, o pretendió tener también, una dimensión de
teórico del marxismo. En :,,ï Stalin publicó la obrita u opúsculo «Materialis-
mo dialéctico y materialismo histórico» (que formaba parte del Breve curso de
Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética). Este texto fue saludado
por algunos intelectuales, también en Occidente, como un «nuevo discurso
del método».
,
Se produjo así, como señala Charles-Olivier Carbonell, una
paradoja: el marxismo, que quería ser un método doblemente revolucionario
—por su naturaleza y su fnalidad—, fue transformado en instrumento de
ordenación mecanicista de lo real y de mantenimiento del nuevo orden inte-
lectual y social del Estado soviético y de los países controlados por este.
:c
La
historia de arma revolucionaria se convertía en sierva de una nomenklatura.
Bien es cierto que en los años anteriores a :,,o —año en que Jruschov denun-
ció el régimen de Stalin en el XX Congreso del PCUS— las victorias que
había conseguido el «socialismo real» en los planes económicos quinquenales
o en su lucha contra el totalitarismo nazi (así en Stalingrado) eran más cono-
ï He aquí un importante testimonio de la excepcional signifcación que los historiadores conce-
den a esta ruptura histórica: la Revolución de Octubre (últimamente, la Revolución rusa) es el único
gran «acontecimiento», junto con la Revolución francesa, que da nombre a alguna de las numerosas
Comisiones especializadas que están afliadas al Comité Internacional de Ciencias Históricas.
, Sartre afrmaba en :,,,: «La única interpretación válida de la historia humana es el materialismo
dialéctico [...]. El materialismo histórico es su propia prueba [...]. Es la flosofía insuperable de nuestro
tiempo» (cfr. Carbonell, C.-O., y Walch, J. (eds.): Les sciences historiques de l’Antiquité à nos tours.
París, Larousse, :,,¡, p. oco).
:c Con razón se ha podido titular algún estudio de la historiografía ofcial en esos países de la «Eu-
ropa del Este» como «Captive Clio» (Clío, en cautividad). Cfr. Papacostea, Serban: «Captive Clio: Ro-
manian Historiography under Comunist Rule», European History Quarterly, vol. :o, :,,o, pp. :ï:-:cï.
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LAS HUELLAS DEL FUTURO 84
cidas que los gulags y las purgas de la KGB (la policía secreta soviética).
::
Así
estos éxitos parecían legitimar el comunismo (estalinista) como la esperanza
del futuro.
La dogmatización del marxismo en su versión marxista-leninista se mani-
festa, por ejemplo, en la tesis de la acción permanente y determinante de la
causalidad ascendente (es decir, de la infraestructura a la superestructura), y en
la afrmación de la unicidad y linealidad de la ley de desarrollo histórico gene-
ral, a través de los cinco tipos fundamentales de relaciones de producción (co-
munismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo).
Si bien es necesario pergeñar esa dogmatización del marxismo, ello no
implica desdeñar en bloque la tarea, a veces creativa e importante, pese a las
limitaciones institucionales, desarrollada por algunos autores marxistas. Es ló-
gico que esta creatividad se diera con más frecuencia en los países en los que,
por tradición, había un mayor intercambio científco con el exterior. Así, por
ejemplo, en Polonia, en donde hubo un grupo destacado de historiadores que
mantuvieron contactos con el Boulevard Raspail (la sede parisina de los Anna-
les). Uno de estos testimonios de refexión creativa sería por ejemplo la obra de
Witold Kula, Teoría económica del sistema feudal, cuya edición original polaca
es de :,o:. En esta obra Kula se propone estudiar la lógica interna del feuda-
lismo, de modo análogo y con la guía del análisis que Marx había hecho sobre
el capitalismo.
::

También en la llamada República Democrática Alemana o Alemania
Oriental (RDA) surgieron obras valiosas. Algunas de ellas, como la de Hart-
mut Zwahr (:,;ï) sobre la constitución del proletariado en Leipzig durante
la Revolución industrial, tienen como objetivo enlazar la historia de los gran-
des procesos y estructuras sociales con las acciones de los seres humanos indi-
viduales. Georg G. Iggers, con la autoridad moral que le confere su lucha por
los derechos humanos, ha espigado y comentado en una obra específca las
aportaciones, en su opinión, más válidas de la historiografía de la RDA.
:,

:: Cfr. Courtois, Stéphane et al.: El Libro negro del comunismo. Barcelona, Planeta, :,,ï.
:: Marx, como Lenin, son puntos de referencia para W. Kula, pero también lo es, por ejemplo,
Lévi-Strauss. Cfr. Kula, W.: Teoría económica del sistema feudal. Buenos Aires, Siglo XXI, :,;o, :.ª ed.
corregida.
:, Iggers, G. (ed.): Ein anderer historischer Blick. Beispiele ostdeutscher Sozialgeschichte. Frankfurt
am Main, Fischer Verlag, :,,:.
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LA EVOLUCIÓN Y DIVERSIFICACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA... 85
4.4. La evolución y diversificación de la historiografía
marxista en los países occidentales
Me limitaré a presentar aquí una panorámica de las diferentes corrientes dima-
nadas en los países occidentales de la tradición intelectual y política marxista.
Así y todo, este epígrafe habrá de ser más extenso que el anterior. Ello se debe a
la gran infuencia y diversidad de estas corrientes, a su estrecha interrelación con
otras tendencias —en el ámbito de un debate intelectual abierto—

y a que, en
defnitiva, este es el marco geopolítico que nos concierne más directamente.
¿Cuáles fueron las razones de la atracción que ejerció el marxismo sobre
muchos historiadores e historiadoras de Occidente?: la invitación a pensar
globalmente la realidad y el cambio social, la búsqueda de certezas intelectua-
les y éticas como sucedáneo de la religión, el compromiso en pos de lograr un
mundo unifcado de progreso donde se pusiera fn a la dominación del hom-
bre por el hombre. La interpretación marxista tenía el camino más abonado
para llegar a ser hegemónica en los países donde la tradición societaria-ecle-
sial, en cierto sentido, era más fuerte que la liberal (como en los países latinos
e Hispanoamérica). Especialmente cuando, como en el caso hispánico, pare-
cía legitimar con singular fuerza la lucha contra una dictadura de derechas.
Con todo, hay que señalar que también en los Estados Unidos y en Inglaterra
han surgido algunas importantes tendencias históricas marxistas, aunque más
bien minoritarias.
Me concentraré fundamentalmente, por ahora, en las aportaciones ante-
riores a :,;,, antes de que se extendiera el clima posmoderno y el retorno de
la narrativa. Esta cronología, sin embargo, solo sirve desde una perspectiva
europea general; en el caso español, la evolución historiográfca presenta un
desfase cronológico notable.
En su panorámica de la ciencia histórica en el siglo xx, Georg Iggers ha dis-
tinguido básicamente y de manera plausible a afectos orientativos dos corrientes
en la historiografía marxista occidental: la estructuralista y la culturalista. La es-
tructuralista sería aquella corriente más estrechamente ligada a la doctrina mar-
xista de la infraestructura, la superestructura y los estadios de evolución. Para los
historiadores de esa orientación, las relaciones sociales objetivas de producción y
de posesión son el elemento determinante en el desarrollo de la conciencia de
clase (un aspecto capital para la praxis revolucionaria).
:¡ Con la notable excepción ibérica, hasta fnes del decenio de :,oc.
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LAS HUELLAS DEL FUTURO 86
En Francia, el referente teórico más importante de esta corriente estructu-
ralista fue, durante algún tiempo, Louis Althusser, cuya lectura de Marx (Pour
Marx, :,o,; Lire «Le capital», :,oo) rechazaba toda interpretación historicista
y humanista de la obra de este. Para Althusser, el marxismo era un método
estructuralista de investigación, estrictamente científco. En cuanto a Gran
Bretaña, o para decirlo con palabras del título de un célebre libro de Harvey
H. Kaye, entre los Historiadores marxistas británicos,
:,
como Maurice H. Dobb,
Paul Sweezy y Robert Brenner, así como en los norteamericanos Guy Bois e
Immanuel Wallerstein, buena parte de los esfuerzos se dedicaron un tiempo a
estudiar la transición del modo de producción feudal al capitalista (del feuda-
lismo al capitalismo).
:o

Desde una panorámica de decenios, quizá la propuesta interpretativa que
ha tenido mayor trascendencia fuera de los ámbitos estrictamente marxistas
de entre las citadas ha sido la gran tesis de I. Wallerstein (afín en algunos
aspectos a los Annales), publicada en :,;¡. Según este, el origen del capita-
lismo y de las relaciones de dependencia de la periferia respecto al centro del
moderno sistema mundial comienza ya en el siglo xvi. Esa propuesta tendría
una gran repercusión en todas las teorías de la dependencia económica del
que —todavía por inercia— se sigue llamando Tercer Mundo, aunque uno
puede preguntarse qué sentido tiene hablar de tercero si no existe ya, como
bloque articulado, el Segundo Mundo. Una prueba del impacto que signif-
có la obra de I. Wallerstein fue la inclusión de esa temática de centro y peri-
:, Kaye, Harvey J.: Los historiadores marxistas británicos: un análisis introductorio. Zaragoza,
Universidad de Zaragoza, :,ï, (ed. orig. ingl. :,ï¡). La edición española de este libro ha sido prepa-
rada por Julián Casanova, autor también de un estudio sobre historia social, centrado especialmente
en la historiografía marxista: La historia social y los historiadores. ¿Cenicienta o princesa? Barcelona,
Crítica, :,,:. En esta obra, Casanova sostiene que existe una segunda generación de historiadores
marxistas británicos, formados en los años sesenta y setenta, sufcientemente diferenciados de los
tratados por Kaye como una escuela. Casanova incluye en esta segunda oleada a Gareth Stedman
Jones, Raphael Samuel y el heterogéneo círculo en torno a la revista History Workshop (fundada en
:,;o con el subtítulo A Journal of Socialist Historians; en :,ï: se cambió por el de Journal of Socialist
and Feminist Historians y desde :,,, se prescindió del subtítulo). Cfr. también, Geoff, Eley: «Te
British Marxist historians: shaping an intellectual culture», en Berger, S.; Feldner, H., y Passmore,
K.: Writing History. Teory and Practice. Londres, Arnold, :cc,, pp. ;:-;,.
:o Cfr. Sweezy, Paul: La transición del feudalismo al capitalismo, Madrid, Ayuso, :,;, (ed. orig. ingl.
:,,c); Brenner, Robert: «Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Europa preindus-
trial», en Ashton, T. H., y Philpin, C. H. E. (eds.): El debate Brenner, Barcelona, Crítica, :,ïï (ed. orig.
ingl. :,;o); Bois, Guy: Crise du féodalisme, París, :,;o; Wallerstein, Immanuel: El moderno sistema
mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo xvi, Madrid, Siglo
XXI, :,;, (ed. orig. ingl. :,;¡). Mientras que Dobb atribuye el colapso del feudalismo a sus contradic-
ciones económicas internas, Sweezy lo atribuye a una razón externa: el auge del comercio. Josep Fontana
(Historia. Análisis...) acusa a Bois de no haberse distanciado sufcientemente del malthusianismo.
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LA EVOLUCIÓN Y DIVERSIFICACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA... 87
feria en el moderno sistema mundial (y el gran interés que despertó) en
el XVII Congreso Internacional de Ciencias Históricas (CICH) celebrado
en Madrid en :,,c.
:;

La corriente marxista más culturalista está formada por historiadores
como George Rudé, Eric Hobsbawm, Roll Jordan, Eugene D. Genovese y,
sobre todo, Edward P. Tompson.

(Dejo aparte, por ahora, a los historiado-
res italianos de matriz gramsciana como Ginzburg, Levi y Poni, sobre cuyas
propuestas historiográfcas trataré más adelante en relación con la microhis-
toria.)
La corriente historiográfca del marxismo culturalista sigue teniendo como
centro de gravedad, en consonancia con sus convicciones marxianas, la lucha
de clases y el problema de la dominación; sin embargo, recalca el papel de la
conciencia y de la cultura como factores decisivos en la acción social. Parece
que hay un notable consenso entre los especialistas marxistas (por ejemplo
J. Fontana y H. Kaye) y entre otros que ven el marxismo con más distancia-
miento, sin serle hostiles (como G. Iggers), en destacar la importancia y la gran
aportación que signifcaron las obras de Edward P. Tompson en la renova-
ción teórica del marxismo occidental. Veamos con cierto detenimiento en qué
residieron estas.
:,

Tompson quiso renovar con su obra la interpretación del marxismo, en-
tendiéndolo como un fundamento para efectuar una crítica abierta a los pro-
blemas de los nuevos tiempos. Unos problemas que no podían resolverse sim-
plemente de una manera escolástica con la invocación a unos textos surgidos
hacía más de cien años. La obra más importante e infuyente —convertida ya
en clásico— de E. P. Tompson es Te Making of the English Working Class,
- (, vols., :,o,). La tesis que se expone en ella es que la formación de
:; Sobre la infuencia de I. Wallerstein (así como de G. Frank) en Hispanoamérica mediante su
teoría de la dependencia, cfr. Iggers, G., y Wang, Q. E.: A Global History of Modern Historiography.
Londres, Pearson Longman, :ccï, pp. :,c-:,¡.
:ï Cfr. Rudé, George: La multitud en la historia. Disturbios populares en Francia e Inglaterra, 1730-
1848, Madrid, Siglo XXI, :,;:; Hobsbawm, Eric: Rebeldes primitivos, Barcelona, Crítica, :,oï; Jordan,
Roll: Te World the Slaves Made, New York, Vintage Books, :,;o. E. Genovese se ocupó de la relación
amo-siervo en el Sur de los Estados Unidos. En el decenio de :,,c, Eugene Genovese cambió de orien-
tación historiográfca y vital (se convirtió al catolicismo). Hobsbawm sigue siendo un referente de pri-
mer orden del marxismo. Es signifcativo a este respecto que en una obra relativamente reciente, Rostros
de la historia. Veintiún historiadores para el siglo xxi, escrita por E. Ruiz-Domènech (:,,,), Hobsbawm
sea el historiador marxista escogido para ser comentado.
:, Harvey J. Kaye y Keith McClelland editaron una recopilación de artículos que constituye «a
critical engagement with E. P. Tompson’s work», titulada E. P. Tompson. Critical Perspectivas. Cam-
bridge, Polity Press, :,,c.
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LAS HUELLAS DEL FUTURO 88
la clase obrera inglesa concreta no es simplemente el resultado de las nuevas
fuerzas productivas. Es un desarrollo en el ámbito de la historia política y
cultu ral y en el de la historia económica. La clase obrera no solo fue creada, fue
al mismo tiempo su propia creadora. Las relaciones sociales de producción no
son cosas, solo existen en el marco confgurado por el ámbito de la cultura y
de la conciencia. Además de este peso de los factores específcos político-cultu-
rales, Tompson se distancia del marxismo clásico en su evaluación del proce-
so de industrialización. En E. P. Tompson podemos comprobar cómo co-
mienza ya a vacilar la fe ilustrada en el progreso, heredada en general por las
ideologías del siglo xix como el marxismo. La modernización, admite el histo-
riador británico, trajo también pérdidas de calidad de vida. Así, en Tompson,
a diferencia de Althusser, observamos algunos elementos en común con la
hermenéutica historicista según la cual cada tiempo tiene su propio valor y el
pasado es algo más que el camino hacia el futuro.
Esta valoración creciente de los aspectos culturales en el análisis de la realidad
y dominación social no puede separarse de la pujante atención que los historia-
dores —también los marxistas— prestan a la antropología. El concepto de cul-
tura popular o plebeya, tan discutido en los últimos años por Roger Chartier o
Peter Burke, ha sido el engarce entre la tesis capital marxista de la lucha de clases,
como factor teórico hegemónico, y las nuevas perspectivas en pos de la vivencia
y de la interpretación del sujeto que aporta la antropología cultural. Así E. P.
Tompson puede entenderse también como un puente tendido entre la aproxi-
mación analítico-sociológica y la aproximación hermenéutica a la historia. Par-
tiendo del materialismo histórico clásico, la historiografía marxista se ha diversif-
cado y evolucionado en diferentes orientaciones que la han llevado a conjugarse,
en algunos casos pero no siempre, con el retorno de la narrativa o con el cuestio-
namiento de las aproximaciones macrohistóricas. Debates como este del retorno
de la narrativa o la propuesta de cambio de escala en la observación histórica serán
los que centrarán nuestra atención en los siguientes capítulos.
4.5. ¿Qué ha quedado del marxismo en el primer decenio
del siglo xxi?
En los epígrafes anteriores he expuesto las distintas variantes historiográfcas
del marxismo desde una perspectiva más bien analítica y objetivista. A conti-
nuación, en cambio, me atreveré a proponer una refexión más personal y
sintética, a modo de microensayo, sobre el legado que el marxismo ha dejado,
en el plano histórico e historiográfco, al siglo xxi.
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LA EVOLUCIÓN Y DIVERSIFICACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA... 89
La grandeza y debilidad del marxismo ha consistido en querer ser a la vez
un método científco-flosófco y una apuesta revolucionaria cierta para supe-
rar las inhumanidades del sistema liberal-capitalista. En ese sentido, por el
poderoso atractivo que ha ejercido y por la decepción que han provocado
entre los marxistas la «inesperada» evolución de las sociedades «capitalistas» y
el derrumbamiento de los sistemas políticos del «socialismo real», puede de-
cirse con Leszek Kolakowski que el marxismo ha sido la mayor utopía del si-
glo xx.
La evolución social ha desmentido gran parte de los análisis y profecías de
Marx: ni el capitalismo se ha derrumbado, ni la polarización social ha aumen-
tado —al menos en muchos países—, ni la revolución socialista se ha mostra-
do irreversible, ni ha tenido lugar el fn de la alienación religiosa, ni las revolu-
ciones han logrado superar las contradicciones humanas. (Desde luego, se
había teorizado mucho sobre las transiciones de unos modos de producción a
otro, pero muy poco o nada sobre la transición del socialismo al capitalismo
que se ha dado en gran parte de Europa después de :,ï,-:,,:.)
Pese a los desmentidos por parte de la realidad histórica que el marxismo
ha sufrido y la consecuente difuminación del futuro radiante que preconizaba,
sigue teniendo vigencia su denuncia ética o su aspiración a la justicia frente a
la inhumanidad que suponía (y supondrá siempre) reducir el hombre a una
fuerza de trabajo.
:c
Que la solución política ofrecida (y garantizada «científca-
mente») por el marxismo haya fracasado no quiere decir que no existiera el
problema de la alienación de la persona humana.
::
Así pues, el marxismo ha
supuesto, pese a su reduccionismo antropológico —en el que la persona queda
circunscrita a su praxis—, un acicate para potenciar una mayor conciencia de
que era necesario promover la justicia social y la solidaridad como bien co-
mún. Sin embargo, cuando muy frecuentemente, al menos en Europa occi-
dental, la interpelación del marxismo se ha asumido de modo acrítico y sin
unas convicciones trascendentes sólidas, el naufragio del marxismo como saber
de salvación y de «esperanza» ha conllevado una propensión al nihilismo o al
cinismo ético. Con ello, indirectamente, ese naufragio ha socavado los funda-
mentos éticos de una democracia comprometida con la eutopía de forma idea-
lista y madura a la vez. Nihilismo ideológico y pragmatismo hedonista se han
:c El gran escritor francés Victor Hugo, coetáneo de Marx, afrmaba ya en su breve nota introduc-
toria al primer volumen de su novela Los Miserables (:ïo:) que «la degradación del hombre por el pro-
letariado» era uno de los grandes problemas, pendientes de resolver, de su siglo.
:: En este sentido se expresaba, por ejemplo, Karol Wojtyla —buen conocedor de la teoría y la
práctica del marxismo— en su exhortación social Centesimus annus, escrita en el centenario de la famo-
sa encíclica Rerum Novarum, de León XIII.
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LAS HUELLAS DEL FUTURO 90
dado peligrosamente la mano en las sociedades tecnológicamente avanzadas de
principios del siglo xxi.
En cualquier caso, con una perspectiva más que secular, hay algunos indi-
cios para conceder a la acción del marxismo el benefcio de la duda y postular
que el triunfo de la socialdemocracia (una de las posibles derivaciones del mar-
xismo) quizá haya sido posible indirectamente por la acción (o la prevención
de la posible acción revolucionaria) del marxismo. De ser así, serían los traba-
jadores de Occidente quienes se habrían benefciado de él, en vez de quienes
estuvieron sometidos a los regímenes del socialismo real.
En el ámbito de la práctica historiográfca, el legado del marxismo, como un
punto de referencia ya clásico y relativamente compartido (bien sea como teoría
explicativa o como instrumento analítico hipotético) ha tenido un efecto sa-
ludable para impulsar los estudios económicos y sociales a largo plazo, la vi-
sión de la historia from below (desde abajo) y las exposiciones que implican
una conceptualización teórica, sin quedarse en una mera erudición positivis-
ta. Y ello, aunque sea rotundamente falsa la equiparación que se ha querido
establecer a veces entre historia con teoría e historiografía marxista. Desde
luego hay también historia con mucho calado teórico, sin que esta derive del
marxismo. La que hicieron Pierre Chaunu o Reinhart Koselleck, son un ejem-
plo de ello.
«La auto-deifcación de la humanidad a la que el marxismo dio plena expre-
sión flosófca ha terminado de la misma forma que todos los intentos de este
tipo, ya sean individuales o colectivos, se ha revelado a sí misma con el aspecto
trágico-cómico de las limitaciones humanas.»
::
Con estas palabras, el polaco Les-
zek Kolakowski describía el esfuerzo teórico y práctico prometeico que conllevó
el marxismo. Un sistema de pensamiento que revolucionó la cultura intelectual
y política de Occidente y Oriente. Un sistema que señaló horizontes de plenitud
humana y social. Pero un modelo que se encontró desde el principio constreñido
por una antropología y una interpretación de la historia tan brillante como re-
duccionista y parcial.
:: Kolakowski, Leszek: Las principales corrientes del marxismo. Madrid, Alianza, :,ï,, vol. iii, p. ,cï.
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