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La desigualdad social en el Perú Mg. Efraín T. Vera Samaniego
La desigualdad social es un problema que se manifiesta en nuestro país como una forma de vida permanente. ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Por qué existe aún en nuestros días? ¿Qué factores hacen que se mantenga? En estas líneas trataremos de responder a estas preguntas para comprender este fenómeno y que como profesionales tengamos alternativas que lleven a disminuir las desigualdades, en aras de construir una sociedad mucho más equitativa, equitati va, mejorando las condiciones de vida de la sociedad en su conjunto. Iniciaremos diciendo que la desigualdad, según Contreras, Gruber y Mazzeo (2012), “es una medida de dispersión di spersión del bienestar alrededor de la media, cuya existencia certifica la convivencia de niveles de pobreza y riqueza en un mismo territorio” (p.
1). Esto quiere decir que donde existe desigualdad habrá personas con mayores recursos económicos y otros con menores, que no solamente queda en estas diferencias económicas sino que trae consigo desigualdades sociales que llegan incluso a la discriminación en las diferentes actividades humanas, creando un clima de desconfianza entre grupos o estatus sociales. La desigualdad tiene sus orígenes en la colonia, donde la igualdad era percibida como un peligro antes que como una virtud de la sociedad. Se inicia con la llegada de los peninsulares quienes toman en propiedad los bienes de los conquistados y se apropian en nombre de la corona, dejando sin sus tierras a los nativos que fueron reducidos a una organización social con privilegios y discriminaciones. Contreras y otros (2012) manifiestan que “durante el periodo colonial en el Perú el goce de derechos que permitían una vida económica activa y lucrativa dependía del estatus que se poseyese. Las gentes de más elevado estatus eran los colonos venidos de la península ibérica como autoridades políticas o religiosas, o como colonos allegados a estos. Pero sus privilegios no se justificaban, al menos abiertamente, por este origen, cuanto por la confianza religiosa que inspiraban: eran “cristianos viejos”, lo que
implicaba ser hijo y nieto de cristianos. Solo los cristianos viejos podían llegar a ser miembros del alto clero, prominentes oficiales del ejército o una autoridad de elevada jerarquía; solo ellos podían podí an aspirar a gozar de la l a posesión de una encomienda, del permiso para ejercer el comercio ultramarino, ser titular de una mina y de la partida p artida de mitayos que esta podía implicar.” i mplicar.” (p. 8 ) Así los españoles y sus descendientes eran aquellos que gozaban de confianza en la sociedad colonial, y por lo tanto los privilegios de la época, adjudicándose las propiedades con mejores recursos o accesibles, como tierras en los valles más productivos y cercanos, minas, cargos que les permitían acumular riqueza, influencia y poder. Los mestizos y negros considerados otros grupos raciales, estaban en una condición igual o menor que los indios, ind ios, pues se les consideraba rebeldes y levantistas, por lo tanto no eran confiables, incluso su origen era dudoso porque generalmente eran nacidos fuera del matrimonio o como fruto de una relación ilegal para el clero. Constituían así un problema incluso en el ordenamiento legal de la república de indios y de españoles. Los negros eran esclavos en su mayoría, que carecían de derechos elementales y cuando eran liberados padecían de las mismas limitaciones que los
indios. Los indios si bien es cierto estaban en mejores condiciones que los esclavos, pero eran sujetos de abusos de las autoridades españolas, habiendo perdido su libertad de acción. En el Cuadro que veremos a continuación nos muestra de cómo estuvo estructurado la población colonial dividido en estatus según los censos realizados. Cuadro Nº 07 Indios
Mestizos
Españoles
Pardos
Esclavos
Otros
1791
608,912
244,437
136,311
41,404
40,337
5,596
1795
648,615
244,313
140,890
1812
712,494
243,837
136,401
40,385 41,404
40,337
Negros libres
1,076,997 41,004
6,196
Total
1,115,207 1,180,669
Fuente: Contreras, C. (2010) Orígenes históricos de la desigualdad en el Perú, p. 10 Siendo los españoles en menor número, sin embargo en cuanto a riqueza y ocupaciones, eran quienes poseían las tierras más productivas y apreciadas que se encontraban en los valles de la costa, cercanas a las ciudades y a los embarcaderos. Los españoles también podían ser autoridades del más alto nivel político, religioso y militar. Se dedicaban también a la actividad comercial, siendo los únicos que podían realizar el comercio marítimo, uno de los más lucrativos. Así también eran dueños de las minerías, de las haciendas o en actividades que estaban dentro de la ciudad como artesanos y funcionarios públicos. Los mestizos desempeñaban casi los mismos rubros que los españoles, pero como segundones, eran pequeños comerciantes, agricultores medianos o pequeños, arrieros, artesanos o auxiliares de las autoridades locales. A finales de la colonia, pudieron acceder a las milicias en defensa del virreinato, lo que les permitió ascender militarmente, llegando incluso a ocupar altos cargos militares, que luego pasaron a formar parte del ejército patriota. Los indígenas por su lado eran campesinos dedicados a las labores agrícolas de subsistencia que cultivaban pequeñas parcelas. Estaban obligados a pagar impuestos por lo que tenían que acudir a trabajar a los asientos mineros o latifundios por temporadas. Esta población estaba carente de documentación de su propiedad agraria o de su vivienda, su analfabetismo y poco manejo del idioma castellano les limitaba para desempeñar puestos públicos así como para realizar transacciones. Con la llegada de la independencia esta situación de desigualdad no cambió mucho, si bien la Constitución de 1812 había de alguna manera equiparado la condición de los indios con la de los españoles, sin embargo esta fue derogada en 1814. La distribución de las propiedades entre los peruanos, arrebatados a los peninsulares, no fue bien realizada, fueron los jefes militares y allegados de los gobernantes quienes sacaron provecho de este botín. En todo caso la independencia favoreció a la clase gobernante y sus allegados, convirtiéndose en los nuevos blancos en la república. La situación de la población indígena no había cambiado, sino hasta fines del siglo XIX en la que dejaron de pagar impuestos, lo que los postergó en la tranquilidad de sus tierras y actividades de autoconsumo. La situación de los
esclavos, se mantuvo hasta 1855, en que fue abolida la esclavitud en el Perú, sin embargo este hecho trajo algunos problemas, como la capacidad de autosuficiencia que no tenían, pues muchos esclavos estaban en mejores condiciones con sus amos que en situación libre, por el mismo hecho de ser analfabetos y poco preparados para ejercer trabajos como asalariados. En los años 1900, con los gobiernos de la república aristocrática y el auge exportador, la clase dominante se convirtieron en los dueños de las grandes propiedades en las diferentes actividades económicas, estos sin embargo crearon también fuentes de trabajo asalariado, aunque en los primeros años en condiciones precarias para los trabajadores y con muchas horas de trabajo, luego a partir de 1919 en la que se establece la jornada de las 8 horas, pero no fueron suficientes como para disminuir la desigualdad, por el contrario se hicieron más distantes. En los años treinta, como consecuencia de la crisis mundial, se tuvo una etapa movida, con las protestas de la clase trabajadora. El Estado para contrarrestar estos movimientos, tuvo que implementar el seguro de los trabajadores, así como otros beneficios como la jubilación para los trabajadores. La situación no cambiaría mucho, aunque a partir de 1940, gracias a la implementación de programas de salud con la aplicación de vacunas, se había disminuido la mortalidad, incrementándose notoriamente la población. Este incremento no guardaba relación con el crecimiento de acceso al trabajo o de mayores fuentes laborales, pero no fue así. Entonces se incrementó la población de las ciudades por la migración principalmente de la población rural, aunque sin la preparación necesaria que les permita acceder a ocupaciones dignas, por lo que esta población tuvo que crear su propia fuente de trabajo, además de la pervivencia del latifundio en el campo. El gobierno de las Fuerzas Armadas con las reformas implementadas provocó algunos cambios, pero que no llegaron a disminuir las desigualdades. En los últimos años, esta situación no ha cambiado, aún se mantiene las desigualdades surgidas en la colonia, no solo económica sino también social, estas diferencias se puede percibir especialmente en las grandes ciudades, primero económicamente, luego por razones de supuesto linaje o pertenencia a las familias descendientes de los españoles o el apellido, incluso el color de la piel. Estos conceptos unidos a los ya descritos y que vienen de épocas anteriores mantienen las desigualdades en el país, haciéndose incluso más diferenciado con la globalización de la economía, donde el poder del capital hace más rico a los ricos y más pobre a los pobres, aunque de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática se informa que la pobreza ha disminuido notablemente en los últimos años. Al abordar las causas que origina la desigualdad, podemos observar diferentes puntos de vista, aquí mencionamos algunas como las causas de la pobreza, y por lo tanto de la desigualdad, según Sheahan, citado por Francisco Verdera, como los siguientes: “(1) la prolongada falla de la sociedad en proveer acceso a la educación en las áreas
rurales. Esta falla de acceso los ha perjudicado mucho, restringiendo su movilidad, productividad y sus ingresos potenciales; (2) también ha empeorado la pobreza en la agricultura por el rápido crecimiento de la fuerza laboral rural en relación a la oferta de tierra agrícola para que puedan trabajar; (3) la pobreza entre los trabajadores urbanos, especialmente entre aquellos obligados a formar parte del sector informal,
se ha agravado por las persistentes deterioradas condiciones de empleo, en especial por el lento crecimiento del empleo en el sector privado de 1970 a 1990” (Verdera, 2007, p. 138) A estas aseveraciones podríamos agregar la desigual dación de oportunidades en la que por muchos factores como el clientelaje político y la corrupción han dejado de lado a grandes sectores de la población, que incluso teniendo las capacidades para incluirse como un trabajador más no pueden hacerlo. La poca oferta laboral, que no solamente se da por las capacidades no desarrolladas de los ciudadanos, sino porque hasta hace poco en el Perú no se ha invertido en la generación de nuevas industrias que son las principales fuentes de trabajo remunerado adecuadamente, por lo tanto tampoco se tenía empresas que brindan servicios. Esto viene cambiando paulatinamente, pero es necesario comprender que la única forma de primero vencer la pobreza y luego las desigualdades es generando mayores oportunidades para todos. Referencias:
Contreras, C., Gruber, S., & Mazzeo, C. (Mayo de 2012). Orígenes históricos de la desigualdad en el Perú. Obtenido de Departamento de economía: http://www.pucp.edu.pe/departamento/economia/images/documentos/DDD 328.pdf Figueroa, A., Altamirano, T., & Sulmont, D. (1996). Exclusión social y desigualdad en el Perú. Lima: Instituto Internacional de Estudios Laborales. Roca Rey, I., & Rojas, B. (2002). Pobreza y exclusión social: una aproximación al caso peruano. Obtenido de Institut Français d'Études Andines: www.ifeanet.org/publicaciones/boletines/31(3)/699.pdf Verdera, F. (2007). La pobreza en el Perú un análisis de sus causas y de las políticas para enfrentarla. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.